Grupo para la investigación y la acción en la escuela

Covadonga no está en Andalucía: la prensa en Secundaria y la formación de una ciudadanía crítica

Pedro Antonio Amores Bonilla, Sara Pernas García y Sergi Sanchiz Torres* |

    En la época de las fake news y la “posverdad”, el informe PISA 2018 señala que menos del 10% de los estudiantes de la OCDE son capaces de distinguir entre hechos y opiniones cuando leen temas ajenos a ellos [1]. Si, además, tenemos en cuenta la creciente importancia de los diferentes medios de comunicación en la socialización y los aprendizajes de los adolescentes, es fácil advertir la responsabilidad que incumbe a la escuela a la hora de educar en cómo enfrentarse a esos instrumentos de poder que generan opinión, forman y comunican visiones del mundo y modelan la cultura. Con todo, somos optimistas respecto a la posibilidad de los estudiantes de situarse críticamente frente a lo que significan la prensa y demás medios de comunicación y, con ello, formarse como sujetos responsables y autónomos.

    La presente comunicación tiene por objeto dibujar posibles líneas de trabajo para la docencia de la historia contemporánea, a través de fuentes hemerográficas y de los medios de comunicación en general, para contribuir a la formación de una ciudadanía que piense de forma crítica sobre el pasado y el presente.

Medios de comunicación y contemporaneidad

La contemporaneidad fue el símbolo de cambio de una época, en los albores del siglo XIX; en palabras de Aróstegui, «un cambio cultural mucho más amplio y profundo», que situó como objeto de estudio prioritario la historia de lo inmediato, de lo cotidiano, del presente vivido, pero en el que la difusión de la letra impresa, a través de medios populares como la prensa, ayudó a construir discursos ahistóricos, contribuyendo a la manipulación del relato histórico en el marco de tendencias ideológicas liberales y nacionalistas [2].

Fue labor de los historiadores pulir, desenmascarar y liberar el discurso histórico de esta lectura interesada de la historia más inmediata y realizar una aproximación crítica al pasado y al presente. De esta forma, los y las profesionales de la Historia han tratado de construir una contemporaneidad histórica plural. Por ello, la conexión entre análisis de prensa y estudio de la historia contemporánea sigue más presente que nunca en pleno siglo XXI. Desenmascarar las tendencias actuales propensas a construir discursos ocultos y a recrear la historia según los intereses de los “poderes fácticos” a través de sus medios de difusión, los mass media (la prensa, los medios analógicos y ahora también los digitales), sigue siendo una prioridad.

Aróstegui señalaba las concomitancias del momento histórico actual y la época del nacimiento de la historia contemporánea respecto al significado de lo contemporáneo como historia del presente. Pensamos que ello plantea tres retos principales. El primero, el papel de los historiadores en el filtrado y crítica de los intentos implícitos de invención de los discursos sobre el pasado. El segundo, la sobreexposición a este tipo de discursos ahistóricos en los sistemas de comunicación digitales del siglo XXI, por parte de la ciudadanía en conjunto y de los jóvenes en concreto, sin filtros ni herramientas para discernir una aproximación crítica a esta "información" que les bombardea constantemente. Es necesaria una  alfabetización en el pensamiento crítico en el ecosistema sociopolítico de la "sociedad de la información", que, lejos de empoderar a los ciudadanos, reduce o elimina sus canales, como una nueva brecha social y cultural. Y tercero, el papel relevante de la historia, de los profesores e historiadores en las aulas, como  recurso privilegiado para armar a los jóvenes en los mecanismos y destrezas de pensamiento crítico que ayuden a combatir el determinismo ahistórico en el que viven.

Para sustantivar la contemporaneidad consideramos relevante una metodología conceptualizadora en la que la acotación de dicho término sea relativa. Entendido esto como una obligación explícita de marcar los apriorismos de los que partimos y reflexionar sobre la "confusión" de las fronteras entre pasado, presente y futuro, a la hora de enmarcar el análisis de un fenómeno histórico y su conectividad con el presente, como señala Kenneth Nordgren [3]. Se trata de focalizar las aproximaciones a los problemas históricos de manera amplia, para contrastar procesos, analizar superestructuras y reducir la carga de la historia fáctica o positivista, que transmite discursos ideológicos implícitos. Reducir, en definitiva, la presencia del "cortoplacismo" en la explicación de la Historia y remarcar la importancia de los historiadores en el aula para la construcción del discurso público. Sin eludir la dimensión ética del estudio de la Historia, incluida la memoria, que hace necesaria, como plantea Seixas, una «nueva comprensión de las fronteras entre pasado, presente y futuro [4]». Se permite así un uso más racional y coherente de la prensa escrita como fuente de información, ya que su uso, aplicado sin armazón teórico ni metodológico, puede llevarnos a reproducir inconscientemente una metodología neopositivista alejada de la Historia crítica.


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* Este artículo ha sido publicado en F. ACOSTA et al (eds.) (2023). La Historia habitada. Sujetos, procesos y retos de la Historia Contemporánea del siglo XXI. Actas del XV Congreso de la Asociación de Historia Contemporánea. Córdoba, 9-11 de septiembre de 2021, p. 1761-1776. Córdoba: UCOPress. Editorial Universidad de Córdoba.

[1] PISA 2018 Results (Volume I). What Students Know and Can Do, OCDE, 2019, https://read.oecd.org/10.1787/5f07c754-en?format=pdf, p. 15.

[2] Julio ARÓSTEGUI: “La contemporaneidad, época y categoría histórica”, Mélanges de la Casa de Velázquez, 36-1 (2006), http://journals.openedition.org/mcv/2338, pp. 107-130, esp. p. 64.

[3] Kenneth NORDGREN: “How to Do Things With History: Use of History as a Link Between Historical Consciousness and Historical Culture”, Theory & Research in Social Education, 44:4 (2016), pp. 479-504, esp. p. 484.

[4] Peter SEIXAS: “A Model of Historical Thinking”, Educational Philosophy and Theory, 49:6 (2017), pp. 593-605, esp. p. 602-603.

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