Frecuentemente hemos escuchado o leído, especialmente en nuestra formación inicial, referencias a las fuentes del currículo. Sin embargo, pocas veces se nos plantea, o nos detenemos a dilucidar, las relaciones dialécticas que se establecen entre ellas, así como con las finalidades que otorgamos a la educación en general, y a nuestra práctica en particular. A lo sumo, nos son presentadas de manera parcelada y limitadas a los aspectos puramente técnicos o de nivel micro: el entorno social del centro, las capacidades cognitivas individuales, las tecnologías pedagógicas… Esa es, asimismo, la tendencia dominante hoy al abordar los problemas educativos y pedagógicos, ante los cuales se esgrime, igualmente, respuestas técnicas, sin que se explicite su base teórica profunda, la idea de sociedad en la que se basan y el tipo de persona que pretenden modelar.
Y es en medio de ese proceso, precisamente, que observamos la insuficiencia de tales planteamientos para conseguir una mejor comprensión del contexto en que desarrollamos nuestro trabajo, así como una mayor racionalización de nuestra acción pedagógica cotidiana. Se trata, por tanto, de no aplicar pasiva y acríticamente principios y medios que, con mayor o menor claridad, identificamos como ajenos de alguna forma no sólo a nuestras convicciones como docentes, sino incluso a la vida en las aulas. Por el contrario, consideramos necesario reivindicar y desarrollar nuestro papel como intelectuales, en el sentido de ejercer un mayor control sobre nuestro trabajo, a partir de una mejor comprensión de sus condicionantes y limitaciones.
Por todo ello, hemos optado por desarrollar un seminario en Elx en el que poder abordar todas estas inquietudes y, a partir de la discusión y la reflexión colectiva, obtener conclusiones que nos permitan acercar algo más la labor cotidiana en las aulas a nuestras aspiraciones emancipadoras.
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